Los días son todos iguales. Puede hacer un sol brillante o bien llover a cántaros, ese es sólo el vestido que elige el día para salir a pasear.
El reto para quien amanece cada día es precisamente acompañarlo con un vestido similar y fluir de la mano por las horas que transitan, o bien contrastar los colores y jalar y dejarse jalar en pasos desacompasados, por veredas tortuosas y laberintos desconocidos.
Todo está en la decisión del vestido: actitud haute couture, pret-a-porter, o tomar lo primero que se saca del cajón desordenado por la indiferencia con la que se han abandonado deseos alguna vez soñados.
Para hoy: ¡La mejor sonrisa, con mirada oliva y fuego!
Y qué tal que … ¡Hasta el agua se viste distinto siendo siempre agua!
Peregrinando entre colecciones haute couture inesperadas.
julio 13th, 2011 at 10:46
Es increíble la capacidad que tenemos los seres humanos para recrear e inventar las cosas más simples. Quien diría que algo tan simple como el agua puede ser objeto de tanta dedicación en el diseño…